miércoles, 5 de junio de 2024

Porque soy anti-peronista

Es ante todo, porque me disgusta el fascismo. Si bien es cierto que, hoy en día, el termino fascista es utilizado como descalificativo en forma muy liviana, es innegable la conexión entre el primer peronismo y el fascismo italiano, esto lo comprendí al leer “La novela de Peron”, libro mitad ficción y mitad histórico, de Tomas Eloy Martínez. Pero, más allá de la discusión de si el peronismo es o no fascismo, el rechazo hacia este movimiento se originó en un hecho personal, que me marcó profundamente. Era el año 1989, año electoral, no recuerdo el mes, pero seguramente estaban cercanas las elecciones presidenciales. Me encontraba con unos amigos del barrio jugando al billar, cuando se acercan dos hombres mayores, para nosotros que teníamos alrededor de 18 años, los cuales nos repartieron unas boletas de los candidatos del peronismo, o, más bien, del justicialismo. En ese mismo momento se acercaron unos chiquillos de seis u ocho años, pensando que repartían algo interesante, a lo cual, yo le entregué a uno de ellos la boleta que me había entregado uno de los hombres a mí. Ese simple acto fue tomado de muy mala manera por aquel sujeto, como si hubiera sido un desplante. Comenzó a hostigarme, buscando pelea. En su modo de hablar se notaba que estaba bajo los efectos del alcohol. Yo me mantuve tranquilo más allá de que contaba con una leve ventaja al tener el palo de billar en mi mano, sumado a que el hombre estaba disminuido por el alcohol. En ese momento me parecía que no era necesaria la violencia, ya que, en verdad, yo estaba tranquilo y la agresión era solo verbal. Pero en un momento estuve realmente incomodo, casi que me estaba obligando a reaccionar violentamente. De pronto el otro hombre intercede en favor de la no violencia y convenció al agresor de desistir de su actitud. Cuando se retiraron del club sentimos un gran alivio. Fue solo un mal momento, pero esa actitud agresiva de alguien que casi te obligaba a recibir un papel, que, más allá de que recibirlo no implicaba ninguna obligación a llevar al cuarto oscuro esa boleta, fue un acto que me indignó de tal manera, sobre todo cuando uno de mis amigos me comentó que aquel tipo era un policía de la brigada, con lo que era muy probable que hubiera estado armado, con lo cual sin saberlo en ese momento estuve muy cerca, potencialmente, de ser asesinado. Por eso, a partir de ese momento todo lo relacionado con el peronismo me produjo rechazo. Es muy posible que ese fuera el punto de partida de mi anti peronismo, de mi gorilismo, aceptando el mote con el que los peronistas llaman a los anti. Dado que los muchachos peronistas utilizan un mote despectivo, a partir de este momento, voy a pasar a llamarlos “soretes”. Creo que estoy en todo mi derecho de utilizar ese apelativo. Dado que lo único que saben hacer es tirar mierda, y que son dirigentes de mierda y que han hecho mierda al país. Desde que existe el peronismo, han manejado casi todas las provincias y la mayoría de los municipios del país, y se han enriquecido a costa del estado, más allá del famoso: “combatiendo al capital”, que es parte de la letra del himno fascista denominado: marcha peronista. Su forma de combatir el capital es apropiándose de todo el capital que pueden en el menor tiempo posible. Que alguien me nombre a algún dirigente peronista que haya muerto en la pobreza luego de pasar por alguna función pública: no los hay, por la simple razón de que tienen una voracidad por el dinero que los vuelve máquinas de apropiarse de divisas de las más diversas maneras, y casi ninguna de ellas legal. Es un movimiento político fundado por un militar brillante que supo ver la revolución fascista en Europa y que supo de qué manera traerla a nuestras tierras. Hay muchas definiciones del peronismo, pero la más ajustada a mi criterio es: “el peronismo es fascismo a la argentina”. El mismo Perón en varias ocasiones habló de la tercera posición, es decir un sistema político no muy claramente definido que se encuentre entre el capitalismo y el socialismo, “socialismo nacional”, dijo en una entrevista. No hay que ser un iluminado para darse cuenta de que estaba hablando del fascismo. El tema es que el fascismo fue el gran derrotado de la segunda guerra mundial, y no quedaba muy bien decir a los cuatro vientos que su manera de ver la política era desde un punto de vista fascista a pocos meses del final de la guerra. Es muy sabido que desde el gobierno de EEUU surgió una gran preocupación ante la candidatura del teniente coronel (nunca llegó a general en su carrera militar, una de las tantas mentiras del peronismo) que ya había hecho unas cuantas reformas como miembro de un gobierno de facto, desde la secretaria de trabajo que despertó cierto recelo en los yanquis. El lema de campaña del peronismo fue “Braden o Perón”, señalando el entrometimiento típico de la embajada norteamericana en los temas locales de casi todos los países americanos y de casi todo el mundo. Desde aquellos años viene la relación amor odio del peronismo con el país del norte. Si bien es cierto que desde el lado yanqui había una exageración de los rasgos fascistas del postulante, había una clara inclinación a las ideas de organización de la economía tomadas del “Duce”. Simplificando mucho, la cosa fue así, a mí entender: Perón sabía que tomando control de los sindicatos, que hasta ese momento en Argentina tenían una inclinación hacia posturas socialistas y anarquistas, iba a obtener el favor de la mayoría de la población económicamente activa. Y así lo hizo. Tanto fue así, que hasta hoy en día la gran mayoría de los sindicatos se identifican con el peronismo. En eso fue muy efectivo el coronel. Hoy por hoy decir que alguien es peronista no implica ninguna idea política en particular. Un peronista puede ser de izquierda o derecha, un poco más o menos liberal, más o menos estatista, defensor de la mano dura, o del abolicionismo; es tan amplio y difuso el abanico de ideas y posturas políticas de sus dirigentes que cualquier idea puede ser adoptada por cualquiera de ellos, hasta incluso en el mismo individuo, un día puede declarar ser partidario del libre mercado como al otro día ser un ferviente defensor de los controles más exhaustivos de la economía, sin sentir que deba dar explicaciones por aquel cambio tan radical. Las ideas son lo de menos para un sorete, lo primordial es llegar al poder y mantenerse. Los soretes siempre van a seguir al líder, sea neo liberal o de una pseudo izquierda, como es el kirnerismo actual. El sorete siempre va a estar dispuesto a defender las ideas que el líder exprese. Pero tampoco es que sean seres alienados por la seducción del líder, simplemente defienden a quien está en el poder, ya que gracias a eso, ellos se van a enriquecer, en el caso de los dirigentes soretes, y van a estar contentos (los mejores días son y han sido siempre peronistas) en el caso de los que simplemente son votantes del partido sorete. El problema actual (año 2023) es que en este último experimento no hay un líder claro, o para ser más claro, la líder es la vice y el que gobierna, una parte del gobierno, por cierto, es un ser que puede llegar a ser tan camaleónico que en un momento puede ser el peor de los dictadores, al proponer, por ejemplo una cuarentena estricta mientras el violaba a su antojo sus propias normas, como al iniciar un juicio absolutamente injustificado a toda la corte suprema de justicia, por un par de fallos contrarios, algo que ni el mismo Perón se hubiera animado a hacer, a ser una persona pusilánime ante un gobernante como el presidente ruso, al cual le dijo: “quisiera que Argentina sea la puerta de entrada de Rusia para Latinoamerica”, pocos días antes de que el siniestro Putin ordenara la invasión a Ucrania; o como cuando dio marcha atrás en la expropiación de una empresa cerealera, o su falta de reacción ante los desplantes a los que es sometido por la “Yegua”. Hoy por hoy el gobierno tiene tan malos resultados en inflación y en aumento de la pobreza que es muy probable que los soretes sufran la peor derrota de toda su historia. Sin embargo, los soretes creen que aún pueden encontrarle la vuelta a la situación, como para una derrota digna o hasta una muy poco probable victoria. Es que los soretes solo se imaginan en manos del poder. Los soretes cuando no gobiernan son los más golpistas que hay: sino pregúntenle a De La Rua y a Alfonsín. Quizás por eso es que los soretes han gobernado más que nadie tanto a nivel nacional como provincial y municipal: porque cuando gobiernan saben más o menos lo que hay que hacer para mantenerse en el poder. Aunque hoy no lo estén demostrando. Sin ningún temor a ponerse rojos de vergüenza pueden señalar: no me identifico con este gobierno, y al siguiente momento, decir: este gobierno es nuestro y de nadie más. Tan paradójicos y sinvergüenzas son. Un claro ejemplo fue la forma en que negaron al “patilludo” de La Rioja. Durante los 90 eran todos menemistas, en el año 2003 eran todos anti menemistas. Cosa de no creer. Es que a los soretes solo les importa el poder y como mantenerlo, nada más. Para llegar al poder pueden prometer la revolución productiva y luego en el gobierno producir uno de los niveles en la desocupación más grande de toda la historia sin temor a que alguien les reclame algo. Es por eso que, en cierta medida, da envidia la forma en la que los peronistas defraudan a su electorado sin que este le haga pagar cara esa defraudación. En cierto modo, son tan descarados que ya nadie espera nada de ellos. En eso sí que los soretes han ganado la tan mentada batalla cultural: nadie espera que sean honestos, por eso nadie se sorprende cuando son condenados por actos de corrupción. Del otro lado, los radicales han pagado caro sus desmanejos económicos. Tanto, que a nivel nacional no hay un candidato decente que junte más de un 10 %. Hoy han quedado recluidos en alguna que otra provincia con no tantos habitantes, las cuales manejan casi como partidos provinciales. Pero, por ejemplo: un solo mal gobernante en una provincia grande, como Córdoba, los ha llevado a la casi desaparición representativa en ese distrito. Es que eso de jugar a ser los más morales del barrio, les ha costado caro. De eso no tienen que preocuparse los soretes: todos saben que son unos pillos del primero al último, de modo que nadie les va a exigir honestidad. Por eso es que estoy absolutamente en contra de la teoría, quizás irónica, del “turquito soretin”, que llamo al gobierno del “gato mm”, el tercer gobierno radical. Una mentira que ni el mismo se creía, por eso lo decía siempre con sorna. Es que durante el gobierno del gato, salvo el ministerio de defensa, nada estuvo en manos de los radichas. Y lo bien que hizo, dado el desastre que se produjo con el hundimiento del submarino Aras San Juan. Y si: le das una calesita a un radical y la choca. Evidentemente han nacido para ser o bien la oposición ética e intachable, o la dama de honor de la novia. No pueden aspirar a mucho más que eso, la historia me desmentirá, en todo caso. Por eso, no me pongo rojo de vergüenza al decir que el gobierno del gato no fue otra cosa que peronismo disfrazado de antiperonismo. Es que: ¿Qué es ser peronista? Ya dijimos que es algo indefinible, es más bien un sentimiento, algo inexplicable. Con solo ver la fórmula presidencial del 2019 bastaría, pero, por si no alcanza veamos: hubo más peronistas o ex peronistas de importancia en el gobierno del “gato” que radicales: Monzó presidente de la cámara de Diputados, Frigerio, ministro de Interior, un puesto clave para rosquear con los gobernadores, casi todos peronistas, el pelado La Reta, reemplazante del gato en el gobierno de CABA, la ministra de seguridad Bullrich, de innegable pasado en la JP, Ritondo ministro de seguridad de la provincia de Bs. As., y una cantidad innumerable de intendentes que supieron ver la ola amarilla y se subieron rápidamente para estar del lado ganador, como suele pasar en el peronismo: “siempre es mejor estar en el poder”, primer apotegma del libro “peronismo ilustrado”, jamás escrito. Todo esto sumado a las actitudes claramente autoritarias al fomentar, mediante el “partido judicial”, la detención de varios ex ministros y miembros del gobierno anterior, esto ante la mirada cómplice de gran parte de la prensa. Por eso es que puedo decir tranquilamente que el gobierno del “gato mm”, no fue otra cosa que un gobierno peronista, con lo cual, la decadencia actual solo se la debemos a un color político, aunque les cueste admitirlo. Esto comenzó en el 2003 cuando el primer puesto fue patilla loca y el segundo para el pingüino bizco. Es decir: en los últimos veinte años las elecciones nacionales no han sido otra cosa más que la interna peronista. Es así: los soretes son tan hábiles que uno, que es un gorila consumado, los vota sin darse cuenta. Solo queda la abstención o la revolución. Por el momento no hay lugar para la segunda, más allá del fallido intento de magnicidio a la “yegua”. Así que habrá que optar por la primera y tener paciencia: quizás las internas sean tan encarnizadas que terminen haciéndose mierda entre los soretes, valga la redundancia. Algo hay que reconocerle a los soretes, en más de una ocasión han sido ellos los que les pusieron freno a las ansias de perpetuarse en el poder que han tenido desde el mismísimo Perón, que se cargó la constitución de 1853 para ser reelegido, pasando por “patilla loca” que hizo un pacto con el Alfonso, para modificar la constitu en el 94, y mucho más por el matrimonio de pingüinos que tuvieron la genial idea de alternar entre ellos para perpetuarse sin violentar la constitución; el plan hubiera salido perfecto si el “bizco” no hubiera tenido la mala idea de morirse. No está de más mencionar que al “patilla loca”, lo tuvo que frenar el “cabezón” con un amague de consulta popular y a la “yegua” el “panqueque” de “masita”. Es decir el soretismo siempre se quiere perpetuar y, gracias a dios, la patria y los santos evangelios, que siempre hubo otros soretes que supieron frenarlos. En el caso del fundador, el sorete original, lo tuvo que frenar un golpe de estado, con previo primer intento en el cual se bombardeó la famosa plaza de mayo. Es decir: a los fascistas los echaron unos nazis. Lindo destino el de las aryentin pampas. Es que la historia argentina está plagada de malos gobernantes, no es posible echarle la culpa de la totalidad de atrocidades al peronismo, como dijo también el no “general”: “no es que seamos buenos, es que los otros son peores”. Si bien es una frase que podría enmarcarse dentro de la categoría de “sincericidio”, es una realidad. No es que los argentinos seamos una manga de idiotas masoquistas, sino que el tema pasa por la falta de opciones. El soretismo, lo que ha conseguido es que sean los únicos capaces de gobernar este país, lo que conlleva un peligro de partido único al estilo partido comunista chino o ruso, con la seria posibilidad de perder nuestras libertades ciudadanas. Pero eso es algo muy difícil de que ocurra, más allá de que los soretes van a intentarlo, por supuesto, ya que la “democracia” (aunque no sea total, por eso las comillas) ha calado hondo en la sociedad argentina, gracias a la última y feroz dictadura cívico militar que ha cometido los peores crímenes de lesa humanidad, junto con un desastre en lo económico. Por eso es que ante la pregunta: ¿Cuándo comenzó a decaer nuestro país?, surjan tres fechas primordiales: 1930, 1945, 1976. Todas de responsabilidad casi exclusivamente militar. El “casi” es porque el peronismo no es otra cosa que un militar que vio que la legitimación del poder estaba en las urnas, cosa que los otros militares no aceptaban, ya que para ellos, con la fuerza bastaba. Si bien todas estas fechas son discutibles, yo, por ejemplo me iría hasta 1810 o incluso más allá hasta 1492, lo cual sería una exageración, pero, si uno estudia bien la historia: en estas tierras nunca reinó la felicidad plena, por lo menos para la mayoria. Siempre ha habido y habrá serios conflictos, pero bueno: ¿para que ponerse a discutir sobre la fecha de inicio?, lo bueno es que estamos de acuerdo con que estamos mal y vamos para peor, según lo que se puede intuir, entonces, no sería mejor preguntarse algo, que sí está en nuestras manos: ¿hasta cuándo vamos a soportar esta situación, cuando vamos a intentar mejorarla? Es una pregunta cuya respuesta implica un severo compromiso. Sé que estarán pensando: este tipo viene a proponer una salida violenta. Creo que es más bien todo lo contrario: con la violencia no se soluciona nada, lo que hay que hacer es ponerse a trabajar, nada más simple y complicado que eso. Lo que pasa es que la labor a emprender es casi titánica: hay que luchar en contra de todo un sistema creado para que los mediocres, por no decir malos, gobiernen. Lo más fácil es esperar que surja algún iluminado, algo absurdo pero demasiado arraigado por nuestras costumbres religiosas, que arregle la cosa sin esfuerzo de nuestra parte. Lo otro implica comprometerse y luchar, sin violencia pero con convicción. No se avizora, por el momento algún síntoma de cambio. Hay quienes ven en el surgimiento de los Libertarios una posibilidad de cambio verdadero, no el cambio de Juntos que resultó ser más de lo mismo, pero me parece demasiado pronto para ser optimistas. Es que la política es lucha en el barro, y en el barro no hay nadie mejor que los soretes para moverse en él. Por eso es que, aun después de haber hecho un gobierno desastroso, en cuanto a inflación y pobreza, tienen la leve esperanza de volver a ser gobierno, aunque no saben con qué candidato. Como siempre sucede, el futuro es muy incierto. Hay feroces internas en todos los frentes que tienen posibilidades de ser gobierno, mientras tanto, el resto de la población intenta sobrevivir, algo cada vez más difícil en estas tierras. Pd: escrito el 3 de marzo de 2023

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