miércoles, 5 de junio de 2024

El patilludo

El caso del sorete patilludo es un caso muy particular: se adueñó de toda una década. Mientras gobernó hizo lo que quiso: se acostó con las más famosas y bellas vedettes, se codeó con estrellas de la música de nivel mundial, incluidos los Rolling Stones y Madonna, jugó al tenis con George Bush padre, que en ese entonces era presidente del país del norte, con el cual tuvimos relaciones carnales, según una expresión que caló hondo en esa época. Vendió casi todas las empresas de servicios públicos a capitales extranjeros, en su mayoría, dando por tierra con el tan mentado nacionalismo del movimiento sorete, con muy poca oposición interna del partido. Vendió armas a dos países en conflicto de manera ilegal, y para tapar las huellas de ese delito, hizo estallar medio pueblo en la provincia de Córdoba. Durante su gobierno se perpetraron los únicos atentados de origen islámico en contra de intereses relacionados con la comunidad judía, y lo único que se hizo fue embarrar la cancha de la investigación, tanto que luego de casi treinta años aún se sabe muy poco acerca de quiénes fueron los responsables de dichos atentados. Durante su gobierno se alcanzó la mayor desocupación que ha tenido el país, mientras que, por otro lado, se llegó a la menor inflación de toda la historia, lo que supuso un extraño equilibrio entre bienestar y malestar de la población. Al estar atado al dólar, nuestra moneda paso a ser una moneda fuerte, con lo que convenía importar antes que producir, eso llevó a un alto consumo de las clases medias y a una pauperización de los más pobres. Por un lado la gente con sueldo promedio podía viajar al exterior, siendo Brasil uno de los puntos más elegidos, y por el otro surgió el movimiento piquetero, en respuesta a la falta de oportunidades de los más pobres. Sin duda que el sorete patilludo fue el responsable de la escisión del partido sorete con su principal sostenedor histórico: el sector de los trabajadores. Por un lado se fueron viendo cada vez peores condiciones de trabajo, y por el otro a sindicalistas poco propensos a la lucha y si a verse enriquecidos por medios poco transparentes. Yo mismo fui testigo de cómo las jornadas de trabajo se extendieron a 12 y hasta 18 horas, sin que el gremio en cuestión levantara la más mínima queja; si señores, la tan mentada reforma laboral sucedió de manera silenciosa durante la década patilluda, sin que le hicieran un solo paro nacional durante su primer gobierno. Además, gracias a la apertura indiscriminada a las importaciones, se destruyeron innumerables puestos de trabajo, sobre todo en la actividad productiva. Pero de manera casi mágica, los soretes del sur se despegaron de toda la herencia del patilludo, como si no hubiesen tenido nada que ver. Sabido es que se han enriquecido gracias a la privatización de YPF, pero han sido los primeros en denostar las privatizaciones. Por lo menos en esto han sido un poco coherentes, ya que luego la yegua impulsó la estatización de la empresa, que le costó al estado un dineral, que aun en nuestros días se sigue incrementando por fallos en contra de la justicia internacional por los “errores” cometidos en la nacionalización. Pero tanto en estilo como en ese amor incondicional por los dineros públicos, los del sur fueron tan soretes como el patilludo. Se solían comparar ambos periodos por la alta corrupción que hubo en ambos, sin embargo, al primero lo caracterizó más que nada la desfachatez, en el segundo la corrupción fue más ordenada y más onerosa para el estado. Es que, al patilludo, le gustaba más la cámara que el dulce de leche, tanto que llegó a dirigir un programa de televisión ante la ausencia de su titular, siendo ya presidente de la república. Pero en la voracidad por el capital al que dicen combatir, fueron iguales. Sin embargo se despegaron tanto que la década del 90 pasó a ser una nueva década infame. En algún sentido es cierto que fue una década infame, no solo por los escándalos de corrupción que se conocían cada tanto, sino por los únicos dos atentados de origen islámico producidos en nuestras tierras. Hay una teoría de que la muerte del hijo del sorete patilludo fue un tercer atentado, pero como la justicia se ha expedido en contra, lo dejo como simple hipótesis, ya que el mismo sorete patilludo, en un famoso programa de televisión, ante la consulta de la conductora, ya cuando estaba finalizando su presidencia, reconoció en vivo y en directo que para él la muerte de su hijo fue un atentado, cuando mientras que estuvo en poder pleno, siempre negó ese hecho, y es más, desde su círculo de chupamedias se la trató de loca a su ex esposa que insistía con la tesis del atentado. Es sabido que algunos de los testigos del hecho sufrieron extraños accidentes. No hay que olvidar tampoco un par de suicidios extraños ligados a hechos de corrupción o escándalos sexuales que siempre tenían que ver con el desparpajo con el que manejaba el poder el sorete patilludo. El peor hecho de corrupción, según mi modo de ver, fue el de la venta de armas a Ecuador, mientras como estado éramos garantes de la paz, y a Croacia, cuando nuestro ejército hacia la veces de cascos blancos. Eso no hubiera sido tan grave, si no hubieran volado medio pueblo en la provincia de Córdoba, para cubrir las huellas de esa venta ilegal de armas. Por esta causa el sorete patilludo estuvo “recluido” en una quinta de un amigo como simulacro de prisión domiciliaria, por apenas unos meses, en los que pudo jugar al golf, disfrutar de su nueva esposa y de sus secuaces de andanzas. De más está decir que la causa por la venta ilegal de armas nunca tuvo fallo firme, es decir el patilludo murió “inocente”, para la justicia argentina, que es demasiado ciega cuando quiere. Más allá de todo el dinero robado, el patilludo inauguró una tradición que la yegua continuaría, la de nunca dejar de depender de los fondos del estado continuando como funcionario público en el Senado de la Nación, en este caso, a modo de Jubilación de privilegio, manteniendo los fueros que lo alejaron de la cárcel. Esta gente se maneja como si fueran el estado, parafraseando a Luis XIV.

No hay comentarios:

Publicar un comentario