miércoles, 5 de junio de 2024

Los soretes y la prensa

Uno de los parámetros mundiales acerca de calidad de las libertades individuales es el de la libertad de prensa: se puede llegar a afirmar que a mayor libertad de prensa y de expresión de los ciudadanos, una sociedad es más o menos autoritaria. Bueno, para el soretismo esto también es un tema que depende de la voluntad del líder del momento. Todos los soretes, desde el originario hasta los últimos han tenido una relación tensa, de amor odio para con los medios de prensa y audiovisuales. Es muy conocida la frase del sorete sin manos: “Con todos los medios en contra gané las elecciones y con todos a favor me voltearon”. De esta frase se podría llegar a sacar la conclusión de que, a fin de cuentas, la prensa y los medios audiovisuales, artísticos e informativos, tienen una limitada influencia en lo que es la vida política de un país. A pesar de esta conclusión, los soretes siempre han querido limitar o hasta anular la libertad de expresión. En el primer gobierno sorete el hecho más destacado fue el de la expropiación del diario La Prensa, mediante una ley del congreso, es decir, por medios supuestamente democráticos, se cometió un hecho en contra de la libertad de expresión, es decir un acto de autoritarismo, propio de una ideología cuyo fundamento es el fascismo italiano de Benito Mussolini, lo dejo bien en claro para que no me acusen de banalizar el holocausto judío. Mas en nuestros tiempos, son bien conocidos los aprietes que les hacen a diario al periodismo contrera, que ha llegado al paroxismo durante el gobierno de la yegua, cuando se colgaron gigantografías en la plaza del obelisco con imágenes de los periodistas y comunicadores catalogados de golpistas, para que sean escupidos por niños de escasa edad, que seguramente veían el hecho en sí como un juego divertido, y no, como lo que es, como un ataque directo a la libertad de expresión. Es que la libertad, para los soretes, es siempre relativa, depende de lo que el líder piense que es lo adecuado para el “pueblo”, o para la “gente”, como si los que no concuerdan con las ideas (que suelen ser momentáneas y dependientes del humor del líder también) no sean ni pueblo ni gente. Pocos recuerdan seguramente, el proyecto de ley que fue impulsado durante la década gobernada por el sorete patilludo, en el cual se quería regular el derecho a réplica, es decir, se exigía el mismo espacio con el que determinado funcionario fue atacado injustamente, en visión de los soretes de ese momento, con calumnias e injurias acerca de malversaciones de fondos y demás actos de corrupción, que pulularon en esa década y las siguientes también, con lo cual un diario o programa televisivo, quedaría copado por los militantes y dirigentes del partido sorete, para armar un informe con el fin de lavar el nombre mancillado de tal o cual funcionario. Ante la indignación de todos los dueños y miembros de los medios de comunicación, los soretes desistieron de seguir impulsando una ley que daría por tierra con la libertad de prensa. Sin duda que los soretes creen que la libertad de prensa es un regalo del líder, una concesión, con tal de que las malas lenguas no digan que son autoritarios, pero es evidente que, si pudieran hacerlo sin que se levanten quejas, lo harían. Esto es válido tanto para los soretes de siempre como para los advenedizos: durante el gobierno del gato, también hubo muchos aprietes aunque con ciertos mejores modales, aunque es de destacar que se tuvo preso a los dos dueños del principal medio de comunicación contrera al gato, algo que hubiera sido intolerable y tomado como un ataque a la prensa en el gobierno de la yegua. Si bien, la causa no tenía que ver con los medios en sí, sino con el dinero con el cual pudieron comprar esos medios, es indudable que aquello fue un ataque a la libertad de prensa, acallado por el resto de la llamada prensa “libre”. Es decir, el gato tuvo mañas de sorete también.

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