viernes, 7 de junio de 2024

Era sorete nomás

Hay algo que desconcertó a casi todo el espectro político: la irrupción del libertario. Todavía hay pocos que le encuentran una explicación lógica a la victoria de este "outsider". Y sobre todo, los que aún no acusan el golpe son los soretes. Ya casi no hay dudas de que su candidatura fue "tutoriada", por el propio sorete panqueque. Un tiro que salió bien por la culata. Surgía una duda cuando comenzó su mandato: ¿Es algo realmente nuevo o es una versión algo extravagante del sorete patilludo? Los últimos acontecimientos no hacen otra cosa más que confirmar esto último: ante la queja de la clase media por la subida descontrolada de las aquí llamadas "pre-pagas" (nombre horrible, si los hay), la medida totalmente anti liberal que toma el gobierno, fue aplicar su mano controladora anti mercado: hacerles retrotraer los precios al mes de comienzo de este nuevo gobierno. Es decir: parece que existen las “fallas de mercado”, cosa que el libertario negaba con sumo énfasis. Entonces: no era un fundamentalista del liberalismo libertario, tal como se vendía: era nada más ni nada menos que un político, es decir: alguien del cual no es posible fiarse. Y encima, por el perfil autoritario de sus primeras medidas, no cabe otra que rotularlo de neo-soretismo. Es decir: es una continuidad de la tradición sorete inaugurada por el patilludo: liberal cuando le conviene y poco ortodoxo en la mayor parte del tiempo. Estamos ante un novedoso experimento: un gobierno de una persona que casi no tuvo contacto con la política hasta hace poco más de dos años que meteóricamente alcanzó en tiempo récord el máximo escalón del poder político. Es un hombre que es sorete en su forma de gobernar, pero que, paradójicamente, tiene a la mayor parte de los dirigentes soretes en su contra. Cosa rara, pero real.

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