miércoles, 5 de junio de 2024

El muñeco

El presidente actual* fue ungido por la vice, la “yegua”, la cual le cedió el primer lugar en pos de una victoria, la cual fue lograda. Sin embargo algo faltó en esa extraña alianza: ver cómo iban a gobernar si es que ganaban, a juzgar por el resultado desastroso del gobierno del “muñeco maldito”. El mismo “alverso” se preguntó en más de una vez: ¿Cómo se puede ser títere y autoritario a la vez? Y bueno, a las pruebas me remito: este sorete especial, que puede ser catalogado como “sorete de la última hora”, para diferenciar a los “soretes de la primera hora”, es decir, los que siempre fueron soretes. Este ser pusilánime hizo gala de su falta de coherencia al cambiar de opinión según fueran los vientos. Esto que es muy frecuente en los políticos en general, en el caso de este “muñeco” esta multiplicado a la enésima potencia: si nadie resiste un archivo, este sorete es el máximo exponente. Un día dice que en su gobierno no va a haber expropiaciones y al otro manda un proyecto de expropiación de una compañía de exportación de cereales. Unos días más tarde retira el proyecto ante la reacción de la gente de clase media de la provincia afectada por esa expropiación, con lo que queda con muy mala imagen con sus compañeros de gobierno, especialmente: la yegua. Al mismo tiempo, con la perfecta excusa de una pandemia mundial, encierra a todo el país en su casa como si fuera la edad media. Esas actitudes le dan en principio buena imagen con la gente: es visto como el padre protector de todos. Al poco tiempo, se conocen imágenes que demuestran que ha violado su propio decreto, con lo cual se convierte en el peor de los tiranos, aunque finja demencia en un acto público, diciendo que ese festejo “no debiera haber ocurrido”, cargando la culpa en su compañera, y ante el ataque verbal de un sorete disidente, se carga con toda la responsabilidad, cosa que en un principio no hizo, pero sin nunca pedir disculpas por su acto de tiranía. Ni hablar de cuando se paseaba por los programas de un “medio hegemónico”, demonizando a su luego “ungidora”, denostándola como la peor de todas y condenando sus ataques a la justicia y a los medios de comunicación, para luego pasar a ser el primer defensor de la yegua e impulsando en el congreso un juicio político a toda la corte suprema, lo que supone un golpe de estado institucional a uno de los poderes de la república. O por ejemplo cuando mostró su misoginia cuando le contestó en la televisión en vivo a una conductora que le hizo una pregunta muy pertinente: “que debería leer la constitución”. Al poco tiempo el muñeco dio marcha atrás con la medida que generó la incómoda pregunta, dándole la razón a la conductora días después. En síntesis, este muchacho, puede ser un perrito faldero o un simulador de lobo según las circunstancias lo requieran, de modo que si: se puede ser un títere y un tirano a la vez. Pero, más allá de que cumplió el sueño del pibe, al coronarse como presidente de la república, es muy evidente que el cargo le quedó demasiado grande. Primero, porque desde un principio su gobierno se vio dividido en por lo menos tres grandes “partes”, la propia del muñeco, la de la yegua y sus secuaces y las del panqueque masita. Y, al repasar, fue muy evidente que los lugares en los que se manejan dineros en forma más discrecional, las famosas cajas, fueron ocupados por los chiques de la “cagampora”. Es cierto que “alverso” mantuvo el manejo de la economía, no en su totalidad, pero, por lo menos, si en cuanto al manejo general. Y ese mismo flanco fue el que aprovecharon los aliados opositores (si, se transformaron en eso, más allá de la aparente contradicción) para criticar a su propio gobierno, por las medidas anti populares que se vio el muñeco obligado a tomar: la negociación por la deuda tomada por el gobierno del gato con el FMI y la gestión económica que no se diferenció mucho de la anterior: inflación, subsidios, poco aliento a la inversión productiva, aumento de la pobreza. Es decir, lo poco que gobernaba el “alverso”, era esmerilado constantemente por sus aliados. Las diferencias llegaron al paroxismo cuando luego de la derrota electoral en la elección de término medio, los muchachos de la “cagampora” amagaron con la renuncia, ninguno de estos pillos puso la palabra indeclinable en sus cartas, ya que es muy penoso para aquel que vive de la teta del estado, desprenderse de ella, no vaya a ser cosa que tuvieran que dedicarse a trabajar de verdad, no, por favor, dios no te oiga. En lugar de aceptar ese simulacro de renuncias, que a lo único que apuntaban era a la renuncia del “nieto sorete” como jefe de gabinete, por lo contrario, ese movimiento obligó al presidente a realizar varios cambios, que incluían a su hombre de confianza el “nieto sorete”, a pasarlo de la jefatura de gabinete a un puesto no tan relevante para el adentro, pero si para la relación con el mundo: el ministerio de relaciones exteriores. En lugar de tomar el toro por las astas, este pusilánime intentó una derrota digna. De más está decir que su jefatura ha sido virtual, ya que de ninguna manera otro dirigente del espacio sorete hubiera soportado que le dijeran: “mequetrefe”, “ocupa”, “borracho”, desde su mismo partido. En otras épocas, al que dijo “peronismo sin Perón” ya sabemos cómo le fue… pero ahora todos se le animan a este simulacro de jefatura que encarna el muñeco maldito del “alverso”. A partir de la derrota de mitad de término su gobierno viene cayendo en picada, teniendo que poner gente de poca confianza en la jefatura de gabinete, al cual le trató de quitar importancia, en un juego casi esquizofrénico por tratar de aferrarse a lo poco de poder que le quedaba. Luego tuvo que poner a la “morsa” en el ministerio de seguridad, cosa que parece un chiste, si no fuera que es la triste realidad. Más tarde su tan denostado ministro de economía tuvo que retirarse para no ser más el receptor de todos los golpes amigos, para dar lugar a una corrida hacia el dólar que hizo que la nueva ministra durara tan solo unas semanas en su puesto, dando lugar a la entrada con bombos y platillos del “superministro”: el “panqueque traidor”. De manera que la tercera pata del gobierno se convirtió en casi el sustento del gobierno. De pronto, más allá de que la inflación continuó a ritmo en ascenso, las críticas internas hacia el propio gobierno se esfumaron en el aire. Es que el panqueque, más allá de que fue tildado de traidor, y de que él mismo en años anteriores dijo que iba a meter presos a sus actuales aliados, es uno de ellos, es un sorete, bien sorete, por más que en algún momento militara en otras huestes. En eso son admirables los soretes, se es y se deja de serlo de un segundo al otro, como por acto de magia, pero cuando se es, se es fanáticamente. Pero, por más que quieran disimularlo, la gestión del sorete panqueque es peor que la de su antecesor, solo que esta vez parece haber habido un pacto de no agresión firmado entre los cabecillas del frente, de modo que a los “militantes”, no les queda otra que tragarse sapos. De manera que el gobierno del títere tirano se viene derrumbando poco a poco, como el ánimo de la gente que debe soportar aumentos de precios constantes y cortes de luz por falta de control a las empresas proveedoras del servicio. La derrota electoral asoma como un fantasma bien visible y palpable, ni los más optimistas creen en la victoria, y si, van a tener que salir a laburar, y van a tener que ir pensando en acciones desestabilizadoras, esta vez sí, desde la oposición. * esto fue escrito el 15 de marzo de 2023 cuando el presidente era el hoy exiliado Al-verso Fernandez

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