jueves, 23 de mayo de 2024

Viaje de ida

“La droga es un viaje de ida”. Este fue un lema bastante conocido durante fines de década del ochenta y principio de los noventa, en la república Argentina. No creo que nadie haya analizado seriamente la escandalosa perversidad de dicho lema. Supuestamente es un lema de lucha contra las adicciones, pero, en realidad, es una frase que, si se toma en serio: ¿que deja para el que ha incurrido en la búsqueda, a veces inocente, de la experimentación con drogas? Lo peor, sin duda. Ya te embarcaste en el viaje, ahora solo te resta vivir tu vida de placeres y desenfreno hasta morir por ello. ¿Se entiende? Se apela al miedo por sobre todas las cosas: como un cartel de contramano en la calle, como una advertencia. Sin duda para muchos individuos ese lema puede ser efectivo, pero lo que sirve para uno no sirve para otro. Es un lema desalentador para el que ya está en el consumo y quiere dejarlo: que ya de por si es algo difícil, y encima le sumamos el peso simbólico del slogan: ya estas dentro: no vas a poder salir. Si se piensa con algo de malicia: pareciera ser que es un slogan para favorecer el consumo de drogas antes que para prevenirlo. Otro lema que se usó mucho fue: la droga mata. Si bien es cierto en algunos casos de sobre dosis o de intoxicación por mala calidad, en la mayoría de las drogas, es totalmente mentira en el mayor porcentaje de los casos. Si cada uno que prueba una droga muriera: casi no existiría la humanidad. ¿Que se establece con este slogan absurdo?: la creencia de que el usuario es un inmortal inmune a dicha droga o, lo más cierto, que el slogan es una vil mentira. Combatir algo con mentiras tan groseras deja mal parado al promotor de dicho slogan: es propio de un régimen totalitario (miente, miente, que algo quedará), con lo cual queda desvirtuado el mensaje que se quiere dar. Las campañas antidrogas parecen diseñadas o por estúpidos o por malignos maquiavelos que buscan lo contrario a lo que declaman.

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