viernes, 3 de mayo de 2024

Debate sobre la legalización de las drogas mas precisamente el cannabis

En el set de televisión se encontraban dos contrincantes totalmente distintos: por un lado un diputado de la Nación, hombre de lealtades flexibles, pero de conducta moral intachable: casado hacía más de veinte años en primeras nupcias, podríamos decir que era una persona confiable. Por el otro un desgarbado y desprolijo muchacho con cierto aire de hedonista, editor de una revista que desde unos cuantos años estaba luchando por la legalización de la comercialización y consumo del cannabis. Luego de varios contrapuntos, en los que cada uno dejo en claro su posición, totalmente discordante con la de su rival, llego el momento clímax del debate: Prohibicionista: Es evidente que los que están a favor de la despenalización de la venta que a su vez, por obvia consecuencia, traería aparejado el feroz aumento del consumo de estupefacientes, en realidad están haciendo looby para los grandes laboratorios, los que, en muchos casos, se sabe que ya tienen patentados los productos y sub productos para la comercialización de dichos estupefacientes; es decir, lejos de un supuesto interés por las libertades individuales, propia de las tendencias “progresistas”, que dicen defender, se muestra un claro apoyo a lo más vil del capitalismo salvaje, que es aquel que se beneficia con la desgracia ajena. Son múltiples los daños producidos a la salud de los consumidores de esas sustancias y no podemos tolerar que se lucre con la enfermedad de otros. Liberacionista: Bueno, usted acaba de desenmascararse: le voy a decir porque. Siguiendo el hilo de su argumento: si yo defiendo la liberalización del consumo y venta de drogas recreativas, en realidad estoy defendiendo a quienes se verían beneficiados por el comercio legal de dichas sustancias, cosa que no es así, pero, por un segundo le voy a dar la razón: si, va a haber grandes laboratorios que van a hacer mucho dinero con la producción y comercialización de estas sustancias. Entonces, siguiendo su mismo argumento, usted está defendiendo en última instancia no a los que dice defender, es decir al público en general, que podría caer en el satánico influjo de estas malditas sustancias, sino, al contrario, a quienes se benefician del comercio y producción de estas sustancias, es decir, a los famosos: Narcotraficantes. Y realmente es así: yo estoy casi cien por cien seguro que detrás de su interés por la prohibición del consumo y comercialización de estas sustancias no hay la más mínima inquietud por la salud pública, en el mejor de los casos habrá una motivación “ética” si se quiere, definiendo a ética como aquello que está mal hacer porque a mí no me gusta hacerlo, o, en el peor de los casos usted defiende espurios intereses de gente que se beneficia con la comercialización ilegal de estas sustancias, siendo el carácter de ilegal lo que aumenta los beneficios económicos de estos oscuros mercaderes. En una palabra usted defiende a los narcotraficantes, no a las supuestas víctimas del narcotráfico. En ese momento el rostro del Prohibicionista se transformó en una mueca que mostraba tanto asombro como indignación. El debate había terminado: lo que siguió fue una seguidilla de insultos, improperios, acusaciones sin fundamento y hasta amenazas de violencia física.

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