No hay ninguna moral a la que un individuo deba adherirse de manera obligatoria. Como no hay bien ni mal absolutos, no hay imperativo categórico ni ninguna regla de buena costumbre a la que el individuo deba suscribirse. Todo está permitido, no hay dios ni soberano al que se le deba obedecer. Solo la ley está por encima del individuo.
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