miércoles, 22 de mayo de 2024

Paradójico

Suena paradójico que las drogas o más precisamente los productos que contienen sustancias nocivas para el ser humano que más daño producen directa e indirectamente sean de uso libre y legal: alcohol y tabaco. Son productos aceptados culturalmente en casi todas las sociedades, y están íntimamente ligados a momentos de placer y esparcimiento. Si bien es cierto que los daños graves aparecen solo después de un consumo continuado a través de muchos años, es innegable que estas sustancias terminan siendo letales. Y a pesar de lo que podría haberse tratado de un aprendizaje por parte de la humanidad al constatar los resultados que produjo la famosa prohibición del alcohol en EEUU, la prohibición de otras sustancias que también producen daño, en algunos casos mucho más acelerado, pero que, en última instancia, es decisión individual del mismo perjudicado, pareciera ser un caso de estupidez generalizado, o, en su defecto, se puede alentar el tramado de las más ridículas teorías conspiratorias. Analizado fríamente parece algo obvio: en este mundo globalizado, si de pronto prohibiéramos, por ejemplo la producción y consumo de chocolate (algo bien absurdo, para que se entienda fácil), con el pretexto, no del todo injustificado, de que produce daños a la salud de los que lo consumen, es muy sencillo prever que rápidamente se crearían fábricas de chocolate clandestinas y cadenas de comercialización ilegales. Lo único que se lograría, es reducir apenas el consumo y aumentar el precio del producto prohibido, y como consecuencia secundaria se estarían creando mafias que lucharían por el control del tráfico ilegal del chocolate. En una palabra: peor el remedio que la enfermedad. Es muy lógico predecir que en el futuro, cuando de una vez por todas se priorice las libertades individuales y se legalicen todos los consumos y producciones de sustancias, se mire toda esta etapa de la llamada guerra contra el narcotráfico, como una de las eras más absurdas de la humanidad. Se indignaran como podríamos indignarnos en nuestro tiempo de que en algún momento de la historia de la humanidad haya existido la esclavitud y el comercio de personas, o que como hasta hace casi nada personas del mismo sexo no pudieran contraer uniones civiles o que en algún momento la religión dominaba sobre la ciencia. Miraran esta época con una superioridad moral como con la que juzgamos los crímenes de la inquisición o las abominaciones del nazismo. Pero lamentablemente es así: el ser humano es una especie que no aprende rápidamente de sus errores, tropieza una y otra vez con la misma piedra, sin embargo es la especie más soberbia que existe: cree que el mundo fue creado para su uso y abuso por un dios que el mismo ha creado. Absurdo de los absurdos.

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