viernes, 19 de abril de 2024

Entre fascismo y nazismo

Este país, Argentina, está desde mediados del siglo veinte, desde la década del 30 para ser más precisos, formateado por distintas caras del fascismo político. Cuando digo fascismo me refiero a una forma autoritaria de intervención del estado en toda la cosa pública, sin llegar a ser socialismo, ya que este último es el gran enemigo del fascismo. Con sólo estudiar la biografía del primer gran fascista: Benito Mussolini, se puede comprender rápidamente esta dicotomía: El Duce se escindió del partido socialista para construir su engendro corporativo, que hubiera funcionado bastante bien si su principal discípulo, un tal Adolf, no se hubiera empecinado en comenzar la segunda guerra mundial llevando a Europa y a gran parte del mundo a la autodestrucción. Es por esto que, su otro discípulo, un tal Juan Domingo, luego de la gran derrota, jamás se reivindicó como fascista, como hacerlo después de aquel desastroso final, sin embargo siempre se llenó la boca de que él fue quien trajo la revolución de Europa, y, descartando de cuajo la socialista de la Unión soviética, no queda otra que la fascista de Mussolini y de Hitler. El tema es que cuando se destituyó al “general”, se continuó casi con todas sus políticas, es más, en la dictadura de Onganía es cuando toman gran preponderancia los sindicatos, cosa que hasta nuestros días marca la realidad política. Es que los que los sucedieron eran tan fascistas como el que mandaron al exilio. Quizás un tanto más nazis que fascistas, que es casi lo mismo pero con esa cosa anti semita más marcada. Por eso es que los jerarcas nazis escapados de la posguerra vivieron con una casi tranquilidad a pesar de que los gobiernos militares se alternaban con los débiles gobiernos semi-democráticos, semi ya que el Justicialismo estuvo proscrito hasta 1973. En ese año comienzo uno de los peores gobiernos de la historia, primero el del “tío” Cámpora que se rindió rápidamente ante la llegada del “jefe” y luego al del “general”, que ya sabiendo que le quedaba poco de vida, tuvo la genial idea de poner a su tercer esposa en la vice presidencia con las consecuencias desastrosas que ya se conocen. Y después vino el gobierno más nazi de toda la historia, con sus centros de detención clandestinos, sus torturas, sus “robo de niños”. Es decir desde aquel primer golpe militar del siglo veinte, que nuestro país se ve marcado por el fascismo. Esto, creo yo, que es la tarea casi imposible que debería emprender el político con los cojones suficientes para intentar darle un rumbo político a estas tierras: la “desfascificación” del país.

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