sábado, 20 de abril de 2024

Absurdo pero real

Hay un discurso absurdo: “Prohibamos las guerras”. Si bien es algo muy deseable, para el bien de la humanidad en general, de más está decir que los que deciden las guerras no están dispuestos a escuchar estas suplicas propias de idealistas, por lo que se torna absurdo este reclamo. “Prohibamos todo lo que trae muerte y sufrimiento a la humanidad”; seguramente hay muchas personas en su sano juicio que estarían de acuerdo con esta moción, pero un lema por más simple y cierto que sea es solo un lema hasta que gran parte de la humanidad por consenso esté dispuesta a eliminar el flagelo que el lema propone liquidar. Es imposible y absurdo querer prohibir todo lo que hace mal. Sin embargo, se cree que prohibir las drogas que hoy en día son ilegales, por el hecho de que le hagan mal a algunas personas, directa o indirectamente, genera algún beneficio, cuando en realidad con la prohibición solo se benefician los que comercializan con ellas. Parece algo lógico y hasta edificante para quien defiende esta causa. Pero no: “¡es absurdo e imposible!” Sé que cuesta mucho entenderlo, pues es un concepto que va contra nuestra educación y cultura, pero, analizado cruda y fríamente, es así. Por ejemplo: no le puedo prohibir al alcohólico el alcohol; si le puedo recomendar que lo deje, pero es absurdo pensar que porque muchos, hasta incluso el mismo perjudicado por su adicción, sepamos qué es eso lo que lo está llevando a la muerte, la prohibición va a resultar; aunque lo internemos o lo apresemos, siempre existe la posibilidad de que siga consumiendo, por el simple hecho de que él no está convencido íntimamente de abandonar tal vicio. Esto mismo es válido para cualquier adicción en general. Si hay algo cierto, es que prohibir no es el camino de la solución. Por lo tanto prohibir el consumo de cualquier sustancia es: absurdo e imposible.

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