viernes, 19 de abril de 2024

Agoniza la verdad

Hay una profunda crisis en el ejercicio del periodismo a nivel mundial. La credibilidad parece no ser importante: se presentan noticias sin el menor rigor: es muy fácil que un comunicador caiga en lo que se denomina: “fake news”. Puede ser producto de la velocidad con la que corren las noticias actualmente: nadie quiere quedarse afuera de una primicia, por lo que se corre el riesgo, al no tener tiempo de chequear la noticia, de caer en falsas noticias. Hay cientos de ejemplos de estos casos: los más notables es cuando se pasa la noticia de la muerte de algún famoso. He llegado a ver en televisión al propio supuesto occiso, declarando en vivo y en directo que él no estaba muerto. Más allá de eso: ha surgido en el mundo un nuevo concepto: la “pos verdad”. Es decir: una mentira repetida tantas veces que la gente en general termina creyendo esa “no verdad”. Esto quizás sea tan viejo como el periodismo: como no recordar aquellos encendidos discursos de Marat durante la revolución francesa, que llevaron a la muerte a decenas de personas, sólo por sospecharse de ellas que eran contrarios a la revolución. Pero, más allá de los fanáticos propagandistas que siempre los hubo, esas eran las excepciones, ahora son lo más común. Hace unas dos décadas, cada noticiero tenía un columnista que daba su opinión sobre un tema en particular que en general atendía a la coyuntura más relevante del momento. Hoy en día, hay programas colmados de panelistas que lo único que hacen es opinar sobre cualquier tema que se le presente, casi siempre con total irresponsabilidad y aportando muy pocos datos fehacientes. Es decir: el opinólogo le ha ganado al periodista. De este modo es que la verdad agoniza en manos de quien debiera ser su guardián.

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