lunes, 13 de diciembre de 2010

Extractos de Trópico de Cáncer de Henry Miller, un amigo literario

Éste no es un libro. Es un libelo, una calumnia, una difamación. No es un libro en el sentido ordinario de la palabra. No, es un insulto prolongado, un escupitajo a la cara del Arte, una patada en el culo a Dios, al Hombre, al Destino, al Tiempo, al Amor, a la Belleza... a lo que os parezca. Cantaré para vosotros, desentonando un poco tal vez, pero cantaré. Cantaré mientras la palmáis, bailaré sobre vuestro inmundo cadáver...
El mundo es un cáncer que se devora a sí mismo...
Los hombres la penetraban y se encogían. Necesitaba pichas extensibles, cohetes de los que explotan automáticamente, aceite hirviendo compuesto de cera y creosota. Si se lo hubieras permitido, te habría cortado la picha y se la habría guardado dentro para siempre.
Sólo los asesinos parecen extraer de la vida, en grado satisfactorio, lo que le aportan. La época exige violencia, pero sólo estamos obteniendo explosiones abortivas. Las revoluciones quedan segadas en flor, o bien triunfan demasiado de prisa.
Por sí mismo, París no inicia dramas. Comienzan en otro lugar. París es simplemente un instrumento obstétrico que arranca el embrión vivo de la matriz y lo coloca en la incubadora. París es la cuna de los nacimientos artificiales.
La ciudad retoña como un enorme organismo enfermo por todas partes, y las avenidas magníficas son algo menos repulsivas simplemente porque les han quitado el pus.
Germaine era una puta de pies a cabeza, hasta el fondo de su buen corazón, su corazón de puta, que no es en realidad un buen corazón, sino un corazón indolente, indiferente, blando, que puede sentirse conmovido por un momento, un corazón sin referencia a un punto fijo interior, un gran corazón blando de puta que puede separarse por un instante de su centro auténtico.
Aunque es magnífico saber que una mujer tiene inteligencia, la literatura procedente del frío cadáver de una puta es lo último que se debe servir en la cama.
Siento palpitar a la ciudad, como si fuera un corazón recién sacado de un cuerpo caliente.
“Soy un hombre que desearía vivir una vida heroica, hacer el mundo más soportable a su vista. Si, en algún momento de debilidad, de relajación, de necesidad, me desahogo dejando escapar un poco de cólera ardiente cristalizada en palabras —un sueño apasionado, envuelto y atado con imágenes—, pues... tomadlo o dejadlo... ¡pero no me molestéis!”
Un artista siempre está solo... si es un artista
América (EE.UU) es la encarnación misma de la perdición. Va a arrastrar al mundo entero hasta el abismo sin fondo.
Pura y simplemente, el hombre se ha visto traicionado por lo que llama la parte mejor de su naturaleza. En los límites extremos de su ser espiritual el hombre se ha vuelto a encontrar desnudo como un salvaje. Cuando encuentra a Dios, por decirlo así, ha quedado despojado: es un esqueleto.
Hay personas en este mundo cuya figura es tan grotesca, que hasta la muerte las vuelve ridículas.
Sentado en un rinconcito, todos los venenos que el mundo despide cada día pasan por mis manos.
A un hombre puede llegar a gustarle la mierda, si su sustento depende de ella, si su felicidad está comprometida.
Esta vida que, si fuera todavía un hombre con orgullo, honor, ambición, etc., me parecería el último peldaño de la degradación, ahora la recibo con gusto, igual que un inválido recibe la muerte.
Sólo quienes pueden admitir la luz en sus entrañas pueden expresar lo que hay en el corazón.
A medida que desciende el termómetro, la forma del mundo se va desdibujando; todavía hay osmosis, y aquí y allá articulación, pero en la periferia las venas están todas varicosas, en la periferia las ondas de luz se arquean y el sol sangra como un recto roto.
París no le ha sido propicio, como tampoco lo había sido para mí, ni para nadie, si vamos a eso, pero cuando has sufrido y soportado cosas aquí, entonces es cuando París se apodera de ti, podríamos decir que te agarra de los cojones, como una puta enamorada que prefiere morir a soltarte.
París es como una puta. Desde lejos parece cautivadora, no puedes esperar hasta tenerla en los brazos. Y cinco minutos después te sientes vacío, asqueado de ti mismo. Te sientes burlado.
Y así era: la negra era la reina del harén. Bastaba con mirarla para tener una erección. Sus ojos parecían flotar en esperma.
En un tiempo pensaba que ser humano era el objetivo más alto que podía tener un hombre, pero ahora veo que estaba destinado a destruirme. Hoy me siento orgulloso al decir que soy inhumano, que no pertenezco a los hombres ni a los gobiernos, que no tengo nada que ver con credos ni principios. No tengo nada que ver con la maquinaria crujiente de la humanidad: ¡pertenezco a la tierra!
Si soy inhumano es porque mi mundo ha sobrepasado sus límites humanos, porque ser humano parece algo pobre, lastimoso, miserable, limitado por los sentidos, restringido por preceptos morales y códigos, definido por trivialidades e ismos.
Amo todo lo que fluye, hasta el flujo menstrual, que arrastra el semen que no ha fecundado.
Cualquier hombre que se haya dado una panzada leyendo a los clásicos es un enemigo de la raza humana.

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