viernes, 3 de septiembre de 2010

La Erección

La joven ya había probado de todo: caricias, succión, lengüeteos, dedos en inspección intra rectal, hasta un improvisado streep tease. Pero no había caso: los cuerpos cavernosos se negaban a ser llenados con la sangre hirviente, más de ira que de deseo, del hombre que se encontraba junto a su amante en un hotel de albergue transitorio.
- Deja, deja. No se lo que me pasa, pero, por lo que veo, ya no va a pasar nada. No sé… debe ser el stress, que se yo. Disculpá que te haya hecho venir al pedo Claudia. Estás cosas pasan, yo no iba a ser la excepción. No sé: tengo un millón de quilombos en el bocho: las mediciones de rating, los invitados que a última hora no vienen… ojo: no te estoy haciendo responsable a vos… No, nada que ver. Esas cosas también pasan… porque pasan… que se yo: algunos hijos de puta se matan por medio segundo delante de las cámaras, pero también están los otros hijos de puta que se cagan en todo y te dejan pagando… Después están los directivos del canal que presionan para que levantemos la puntería con el rating… Que se yo: ¡es todo un gran quilombo… y yo estoy metido en el medio… hasta las bolas!… las mismas que ahora no me responden… ¡Je, je!
- Bueno, Julio, no te hagás tanto problema… ya está: descansamos un rato y vamos para el canal. Estás bajo mucho stress, tenés que bajar un cambio…
- Si, seguro. Lo que pasa es que justamente para eso vinimos hoy acá, para pasar un buen rato… disfrutar de un momento de intimidad, como otras veces, y no para estar frustrados, todo por este coso fláccido que no se quiere poner duro, ¡Je, je!
Estuvieron un rato en silencio, aún desnudos. Era una situación incómoda y algo ridícula.
- ¿Trajiste los papeles? Por lo menos aprovechemos el tiempo para revisar la rutina… vamos a vestirnos, porque así me siento más miserable de lo que soy. ¡Qué cagada! Voy a tener que ir al médico a ver si me autoriza a tomar esas pastillitas. ¿No estás enojada, no, Clau?
- No Julio, que va… está todo bien. No te hagas tanto problema: son cosas que pasan… es el stress acumulado… no te hagas tanta historia… - Dijo ella, mientras se vestía e iba en busca de unos papeles que llevaba dentro de su amplia cartera.
Él sólo atinó a ponerse el boxer, cubriendo la parte de su cuerpo que lo llenaba de oprobio en ese momento.
- Bueno, a ver... primer bloque... – Dijo.
- Los panelistas opinan acerca de la inseguridad...
- Si... espero que esta manga de pelotudos no se pongan todos de acuerdo a favor de la pena de muerte... quiero un poco de polémica... no una bajada de discurso... después me dan con un caño... dicen que soy facho... como si no conociera en carne propia lo que es eso, bah... no precisamente... pero... bue… ¡Cómo si yo no supiera bien lo que es el fascismo! ¡Qué manga de hijos de puta!
- Bueno, no te pongas nervioso... si querés pruebo de nuevo... – Dijo ella, con tono sugerente.
- No ya está. De todos modos, ya no tenemos mucho tiempo. Ya me dispersé... Dale, seguí: ¿Qué hay en el segundo bloque?
- Y... viene la señora ésta a la que le mataron a la hija... la nena que apareció violada y degollada en un descampado...
- ¡Uhhh! ¡Es un golazo! Si... lástima que la mina esa es una piedra... se expresa correctamente, está indignada, dolorida, pero no da muestras de nada... no se quiebra... no se que le pasa a esa pobre mujer... debe estar superada por el dolor... no sé... ni siquiera reclama la pena de muerte... sólo quiere justicia... ¿Qué mierda de justicia pretende, si ya le mataron a la hija? ¡Hay gente que es muy pelotuda! ¡Qué pusilánime! ¿Acaso la justicia le va a devolver a la hija? El día que los jueces resuciten a los muertos... ¡ahí si que por ahí empiezo a creer en la justicia! Bueno, vamos a ver si por lo menos logro que la mina esta se ablande un poco, que suelte un poco toda esa rabia, que seguro la debe tener, o, por lo menos, a ver si se quiebra y llora un poco... ese sería un golazo... y después, ¿qué tenemos?
La mujer, que era una de las productoras del programa de televisión que conducía el hombre en cuestión, siguió dando los pormenores de la rutina establecida. El hombre ya casi no respondía, escuchaba, pero su atención estaba en otro lado: “¡Cómo carajo vengo a fallar! ¡Si es un minón comparado con mi esposa! ¿Me estaré poniendo viejo más rápido de lo que esperaba? ¡Qué cagada! ¡Justo ahora que me vienen rompiendo las pelotas con el rating! ¡Siempre se me junta todo! Espero que la guacha esta no empiece a correr el rumor... ¡La mato! No. No creo que sea tan hija de puta. Además no le conviene... si quiere seguir en este ambiente, tiene que ser discreta. Pero: ¡Cómo vengo a fallar justo ahora, que necesitaba tanto una descarga! ¡Estoy hasta las bolas! ¡La puta madre!”
- Bueno... listo. Ya repasamos todo lo más importante. Dale, vamos para el canal – Dijo él.
No se molestaron en llegar con diferencia de tiempo, a pesar de que cada uno estuviera con su vehículo personal, pues estaban muy cerca del canal, apenas a tres cuadras, y, después de todo, no era un secreto el hecho de que fueran amantes. Los recibieron con saludos cordiales y respetuosos, aunque con alguna que otra sonrisa socarrona, por parte de los empleados de menor jerarquía que no sabían nada de sutilezas y, por otra parte, no esperaban acomodarse en ninguna posición de privilegio. Pero a éstos el conductor no les prestaba la más mínima atención. Otros, gente de la producción del programa, sobresalieron por su obsecuencia hacia el conductor, que, recién llegado, se abocaba con toda la seriedad propia de su esmerado profesionalismo, a preparar los detalles para que todo saliera perfecto. Para ganar tiempo, mientras una asistente lo maquillaba, sus colaboradores le daban todos los pormenores.
Comenzó el programa. El primer bloque fue bastante mediocre, aunque hubo un par de panelistas que se insultaron al momento de defender sus posiciones contrarias. Pero se calmaron pronto ante la requisición, no del todo sincera, del moderador del show. “¡Los hubiera dejado que se maten, si son dos mierdas!”, pensó.
Comenzó el segundo bloque: ingresó al estudio la mujer cuya hija había sido encontrada muerta, violada y degollada. El conductor puso todo su empeño en exacerbar el dolor sufrido por la mujer. Pero no había caso: no se quebraba. Le hizo relatar paso a paso como fueron sucediendo los hechos, desde que la niña desapareció, hasta que fue encontrada sin vida. La mujer relataba todo como si le hubiera sucedido a otra persona, hablaba pausadamente con una expresión de gravedad en su rostro pero sin evidenciar el profundo dolor que experimentaba. Era una mujer simple, no podía expresarse de manera más suelta por lo inusitada que se presentaba su situación: jamás hubiera imaginado estar en un programa de televisión.
Pero el conductor tuvo una brillante idea. Luego de un pequeño intervalo hizo participar al público presente en el estudio. Primero habló un hombre que había sido asaltado y golpeado. Sumó en indignación pero, al ser un hecho de menor gravedad que el que estaban tratando, resultó poco efectiva su intervención. Pero luego habló la hija de ese hombre, la cual, ante el pedido del conductor expuso su punto de vista acerca de lo acontecido a la señora invitada:
- Yo creo que a los que le hicieron eso a su hija habría que matarlos y listo – Dijo la muchacha, que tendría apenas unos doce años -. Si los encuentran, mejor que ni los pongan presos: directamente habría que juntar unas cuantas piedras y tirárselas hasta que se mueran, ¡peor que a un perro! ¡Así habría que hacerles a esos malvados!
Todo el estudio quedó estupefacto ante tamaña muestra de ferocidad por parte de una niña, más allá de que buena parte compartía el concepto vertido por ella. Pero el conductor disfrutaba por dentro: “¡Esto si que va a dar que hablar! ¿Quién se va a atrever a refutar a esta piba?”
- ¿Y usted que piensa, de lo que acaba de decir esta niña? – Dijo, dirigiéndose a la señora damnificada.
La mujer se había sentido impresionada. Sin duda que la niña le hacía recordar a su propia hija. La mujer quiso hablar, pero las palabras no salían de su boca. De pronto, sucedió lo tan esperado por el conductor: una lágrima comenzó a deslizarse por la mejilla de la señora. En ese momento, un camarógrafo hizo un primer plano del rostro de la señora. A todo esto: el conductor comenzó a sentirse realmente excitado por la situación que se había desatado; sin ser conciente de ello, su miembro comenzó a ponerse rígido. Quiso la fortuna que en el mismo plano en el cual se estaba tomando a la mujer que comenzaba a quebrarse, la cual se encontraba sentada, se viera de fondo la cintura y la entrepierna del conductor, el cual se hallaba de pié. Este llevaba puesto un pantalón pinzado de color crema, que no lograba ocultar debidamente su erección. El camarógrafo se percato del detalle, pero la decisión de si la toma iba al aire o no era del director, el cual aún no se había dado cuenta, pues se encontraba obnubilado con la escena de llanto, por lo tanto la imagen siguió en el aire.
El conductor, tomando conciencia de su revitalizado miembro, logró ver en un monitor su inoportuna erección y trató de alejarse del plano.
- ¡Justo ahora! – Dijo, con voz apagada, pero fácilmente perceptible para los que se encontraban muy cerca.
La mujer, extrañada por esa actitud, imaginó que la queja provenía por sus lágrimas desconsoladas y miró sorprendida, más que indignada, al conductor. El director se dio cuenta de que algo raro sucedía y mandó abruptamente al corte. El conductor salió del estudio hacia su camarín, pidiendo que lo disculpen unos minutos. Caminaba en forma graciosa tratando de disimular su erección.
Cuando el programa volvió al aire, se podía percibir una atmósfera de incongruente distensión. Todos sonreían, el conductor, los panelistas, la productora y amante, el personal técnico, incluso la señora de la tragedia familiar. Todos hallaban muy graciosa la situación, aunque por muy diferentes motivos.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Denuncia curiosa

            Ocurrió un curioso caso de denuncia en las oficinas del INADI  (Instituto Nacional contra la discriminación, xenofobia y el racismo). Un muchacho de origen africano, de Nigeria más precisamente, realizó una denuncia hacia una muchacha de nacionalidad argentina, la cual, lo habría discriminado, no por su color de piel, ni por su origen africano, sino por el tamaño de su miembro viril. Según el joven nigeriano, luego de conocer a dicha señorita, y al encontrarse ella bien predispuesta para realizar el acto sexual, surgió una severa controversia por parte de ella al comprobar en su desnudez que no contaba con el miembro del tamaño que ella esperaba.
-         ¿Eso nada más tenés? – Dijo la muchacha.
-         Eh… ¿comou? – Dijo el africano.
-         No… esto no va… a mi me vendieron que todos los negros tenían pija grande… si te pensás que me vas a coger con esa pijita común y corriente estás muy equivocado, negrito.
Luego de comprender el contenido del mensaje, el muchacho se mostró muy contrariado, queriendo obligar a la señorita a realizar el acto que había planeado realizar, para lo cual habían ingresado a un albergue transitorio. Como consecuencia del escándalo generado por la confusa situación, se apersonó al lugar personal policial, que procedió a detener al joven nigeriano y a calmar a la joven damnificada.
Mas tarde, en el organismo oficial el muchacho dijo:
- Es un per… jusio… mucho grande… lo cual me hizo muchacha… ¿si eso no es discrición qui lo é? Yo quero por denunciala… mala chica… mala chica… mi tener pica normalita nomás… no grande… eso es discreción, ¿o no?…
El joven que pacientemente le tomó la denuncia apenas pudo aguantar sus ganas de estallar en una carcajada. Sin embargo, le tomó la denuncia, aunque, como tantas otras, nunca llegó a mayores: ya bastante había obtenido con que la chica no presentara una denuncia por violación. El muchacho, por su parte, se decidió a volver cuanto antes a su país de origen, lugar en el cual ninguna señorita se había quejado de sus dotes masculinas. Le quedó un sabor muy amargo acerca del continente que le habían pintado como la tierra de la apertura cultural, de la buena recepción, y en el cual todos los sueños se podían cumplir, y en la que solo encontró abusos deshonestos, explotación y discriminación. Aunque… a decir verdad: otro hubiera sido el final de la historia si el muchacho hubiera portado un miembro adecuado al mito.